La inflamación y los Ácidos Grasos Omega 3 EPA y DHA
Siempre se ha considerado la inflamación como la respuesta inmune innata de nuestro organismo a la infección y el daño tisular, sin embargo, actualmente se sabe que también puede estar inducido por el estrés o una mala función tisular, lo que hace que el proceso inflamatorio varíe según el estímulo y que pueda ser en algunos casos agudos y en otros leves
La inflamación sea aguda o leve siempre estará encaminada a restablecer la homeostasis óptima y en ella participan los mismos efectivos tanto en la fase proinflamatoria como en la fase de la remisión a la normalidad.
La inflamación aguda se caracteriza por los signos clásicos de rubor, calor, tumor, dolor y su objetivo inmediato es eliminar los agentes causales, el tejido necrótico y restablecer la integridad tisular. Es una respuesta inmunológica que suele durar solo unos pocos días y se encamina a la curación.
La inflamación leve, también nombrada subclínica, crónica, sistémica o silenciosa, es un concepto fisiopatológico relativamente reciente. Se trata de una inflamación crónica pero no excesiva en todo el cuerpo, que no se cataloga como una enfermedad, pero se sitúa en el origen de múltiples patologías a largo plazo, como son la aterosclerosis, la obesidad, la depresión, el Alzheimer, la esquizofrenia y la osteoporosis, a las que se les pueden sumar el asma, la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2. Ha quedado demostrada su relación directa con los hábitos alimentarios, de ahí el creciente interés por su control.
La Zona del Equilibrio Metabólico
Esta inflamación de bajo grado puede estar favorecida o no por los nutrientes que consumamos. Es necesario conocer que los diferentes macronutrientes de cualquier dieta pueden llegar a ser pro-inflamatorios o antiinflamatorios.
En este proceso juegan un papel determinante, los ácidos grasos omega-3 y omega-6, ya que son precursores de los eicosanoides proinflamatorios y las resolvinas antiinflamatorias. Para favorecer una buena salud debe existir un equilibrio entre ellos (zona de equilibrio). Aunque las investigaciones apuntan a que debemos intentar alcanzar una relación más próxima a 1:1, la proporción de las dietas occidentales alcanzan valores de hasta 15:1 a favor de los omega 6.
Esta desproporción se ha relacionado con afectaciones en la salud, la ingesta en exceso de los ácidos grasos tipo Omega 6 generan precursores del ácido araquidónico (AA), que es el ladrillo de construcción de los proinflamatorios, mediadores de la inflamación celular, que son los que dan inicio al proceso inflamatorio crónico.
¿Cómo alcanzar el equilibrio?
Como conocemos, los omega-3 son ácidos grasos esenciales que no pueden ser producidos directamente por nuestro organismo, se deben incorporar por medio de la dieta y en ocasiones es necesario recurrir a la suplementación. Cada vez hay más evidencias que apoyan el uso de los complementos de ácidos grasos esenciales como mediadores pro resolución y que son la clave para reducir los niveles de la inflamación crónica. En los últimos 10 años se han publicado más de 14.000 estudios sobre los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga omega 3, que ponen de manifiesto en su mayoría los beneficios de la ingesta del EPA (ácido ecoisapentanoico) y del DHA (ácido docosahexanoico) para la resolución de la respuesta inflamatoria.
EPA y DHA. ¿Qué los hacen determinantes en este fenómeno?
Podemos decir que cumplen funciones diferentes y que al mismo tiempo se complementan. ¿Qué los diferencia? “Sus características espaciales”.
EPA. Su menor tamaño espacial le permite encajar fácilmente como sustrato con las enzimas mediadoras de la inflamación celular producidas por el Ácido Araquidónico, lo que hace de él un poderoso inhibidor.
Además con las enzimas que liberan a este ácido de la membrana, manteniendo baja la relación AA /EPA, favoreciendo el equilibrio de la respuesta, mecanismo de acción similar al utilizado por los corticosteroides.
Esto esencialmente ahoga el suministro de AA necesario para la producción de los proinflamatorios (prostaglandinas, tromboxanos, leucotrienos, etc.). Mientras más EPA tengamos en sangre menos AA se producirá.
DHA. De mayor tamaño, en cambio favorece el aumento de la fluidez de la membrana, es crítico para las vesículas sinápticas y la retina del ojo, ya que permite que los receptores giren más eficazmente, aumentando así la transmisión de señales desde la superficie de la membrana hasta el interior de las células nerviosas.
Además es un inhibidor de otra enzima clave que produce el primer metabolito del ácido linoleico que puede convertirse en ácido araquidónico.
Beneficios del EPA
• Previene las enfermedades articulares crónicas e inflamatorias, reduce el dolor asociado con la artritis reumatoidea, la dismenorrea, la enfermedad intestinal inflamatoria y la neuropatía, su aporte permite reducir el consumo de fármacos antiinflamatorios no esteroideos.
• Mejora la función cardiaca y el pronóstico a largo plazo de los pacientes con insuficiencia cardiaca.
• Agente antienvejecimiento cutáneo: foto envejecimiento.
• Mejora la transición menopáusica.
• A pesar de no encontrarse niveles altos de este en el cerebro por su rápida oxidación, es clave para reducir la neuro inflamación, controlando de forma activa la inflamación celular en el cerebro, incluso algunos estudios plantean la efectividad del EPA superior al DHA en la depresión, TDAH, trauma cerebral, etc.
Beneficios del DHA
• Salud cerebral: Representa aproximadamente el 30% de los ácidos grasos en la materia gris cerebral y el 97% del total de los omega-3. Favorece el desarrollo cognitivo del bebé, el desarrollo normal del feto, el funcionamiento del sistema nervioso, trastornos de la conducta y estado de ánimo en niños y adultos.
• Salud ocular: Como ácido graso estructural de la retina, favorece la salud ocular de los adultos y el desarrollo y la función visual del bebé hasta los 12 meses de edad.
• Salud cardiaca: Contribuye al mantenimiento de unos niveles normales de triglicéridos, la frecuencia cardiaca y la presión arterial.
Comparten funciones esenciales
Conjuntamente contribuyen al funcionamiento normal del corazón, el riesgo de arritmias (latidos cardiacos anormales) y la presión arterial de las personas sanas y de aquellas con alto riesgo, reducen los niveles de triglicéridos y retrasan la tasa de crecimiento de la placa aterosclerótica.
Pero ¿Cuánto Omega-3 necesitamos?
La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), organismo regulador de la comunicación al consumidor, reconoce los beneficios que aporta para la salud la suplementación los Ácidos Grasos Omega 3, cuando se administran en las dosis adecuadas. Difícilmente consumimos la cantidad necesaria de omega 3 por la alimentación. La suplementación nutricional mediante aceites de pescado, ha demostrado ser una buena alternativa.
El consumo diario de EPA y DHA que se recomienda actualmente es para:
-Mantenimiento de la presión sanguínea y los niveles de triglicéridos 2 y 4 g respectivamente.
-Función cardíaca. En pacientes con un historial de enfermedad cardiovascular o coronaria 250 mg de ambos pueden disminuir el riesgo de infarto y de muerte súbita cardiaca.
-Tratamiento de obesidad, diabetes y 5 g.
-Dolor crónico 7.5 g.
-Enfermedades neurológicas >10 g.
-Para el mantenimiento del bienestar en general 2.5g.
La EFSA plantea también que la ingesta de suplementos diarios de 5 g. de ácidos grasos omega 3 de cadena larga, no supone un riesgo para la salud de los adultos. Tampoco reporta reacciones en niños.
En la población europea, los niveles observados de la ingesta de estas sustancias, procedentes de la dieta o de suplementos alimenticios son, significativamente inferiores a los recomendados. Los dos ácidos grasos omega-3 claves EPA y DHA hacen numerosas cosas diferentes y como resultado los beneficios son a menudo también diferentes. Es por eso que se necesitan a ambos. Si su objetivo es reducir la inflamación celular probablemente se necesite más EPA que DHA. ¿Cuánto más? Probablemente el doble, sin embargo siempre se deberá cubrir tus apuestas de ácidos grasos omega-3 mediante el uso de ambos al mismo tiempo.
La evidencia clínica y epidemiológica de múltiples estudios permite establecer que el consumo de EPA y DHA puede contribuir a la prevención y/o tratamiento de una serie de patologías, especialmente aquellas donde está presente este enemigo secreto, la “inflamación silenciosa”, que juega un papel preponderante en el desarrollo de estas a largo plazo.
Dpto. Técnico Lamberts Española