Hogar sin Tóxicos alerta de que el agua del grifo podría estar contaminada con TFA
El TFA pertenece al grupo de sustancias de los PFAS, tristemente célebres por ser considerados “contaminantes para siempre”, y ya se ha localizado incluso en los hielos del Ártico
Las hidrofluoroolefinas o HFO son unos gases fluorados de los que raramente habremos oído hablar, pero están a nuestro alrededor y pueden generar sustancias tóxicas. Hogar sin tóxicos, que colabora con la European Environmental Bureau en la difusión de la problemática de los contaminantes químicos, ha pedido al Ministerio de Transición Ecológica que impulse la eliminación del uso de una serie de gases fluorados (como las hidrofluoroolefinas, HFO) que están generando un preocupante aumento global de las concentraciones de un contaminante tóxico y muy persistente, el ácido trifluoroacético (TFA), con el fin de prevenir los riesgos que esta sustancia pueda representar para la salud humana y la de los ecosistemas.
Hogar sin tóxicos también solicita que España apoye ante la Comisión Europea la inclusión de los gases fluorados problemáticos dentro de la proyectada restricción de los tristemente célebres PFAS o “contaminantes para siempre”, grupo de sustancias al que pertenece el TFA. Por otro lado, para poder conocer el grado de contaminación con TFA existente en España, Hogar sin tóxicos demanda además que se promueva la monitorización de la presencia de este contaminante persistente en el medio ambiente y en la población. Como apunta el responsable de Hogar sin tóxicos, Carlos de Prada, “se trata de algo que podría afectar directamente a las aguas del grifo, ya que el TFA es de muy difícil eliminación por los sistemas de tratamiento de aguas de abastecimiento urbano”. Incluso más difícil, según muestra la evidencia científica, que otros PFAS.
Alemania propuso recientemente a la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA) que el TFA sea clasificado como tóxico reproductivo, al tiempo que las autoridades del Reino Unido consideran, por su parte, que es “una sustancia preocupante, ya que hay indicios de que podría causar toxicidad para el desarrollo”.
Contaminación química para mitigar el cambio climático
La causa del incremento de la polución con TFA se debe, aclara Carlos de Prada, a “una serie de sustituciones lamentables de sustancias que comenzó cuando, para remediar el problema del adelgazamiento de la capa de ozono, se sustituyó el uso de gases como los famosos CFCs (clorofluorocarbonos) por otros gases fluorados mo los HFCs (hidrofluorocarbonos). Como después se vio que estos últimos creaban un problema de cambio climático, se promovió su sustitución por otros gases, como las HFO (hidrofluoroolefinas), que no generaban ese problema de efecto invernadero pero que, lamentablemente, se degradan a TFA en la atmósfera, el cual se precipita sobre la tierra con la lluvia. Así, para remediar un problema ambiental se ha generado otro, en este caso de contaminación química”.
Tal y como muestran diferentes investigaciones, los niveles de concentración de TFA están creciendo espectacularmente en todo el planeta, incluso en las regiones más remotas, originando una considerable contaminación global virtualmente irreversible. Los científicos consideran que su presencia generalizada en el medio ambiente, su persistencia y su capacidad de desplazarse a grandes distancias, “implican una mayor probabilidad de efectos perjudiciales generalizados y duraderos” y “representan una amenaza potencial para la salud humana y ambiental”.
Hay un gas fluorado en concreto al que se responsabiliza de buena parte de lo que sucede: el refrigerante HFO-1234yf, que se descompone en un 100% en TFA y que es vastamente empleado, por ejemplo, en los aparatos de aire acondicionado de los automóviles, pero también en aparatos fijos, aunque el TFA también puede formarse en algo menor medida desde otras fuentes, como algunos HFCs (como el HFC-134a). Ciertos gases fluorados, usados por ejemplo en refrigeradores de centros comerciales o en el aire acondicionado, pueden liberarse a la atmósfera originando los problemas. Aerosoles, propelentes, agentes espumantes o la degradación de algunos pesticidas también pueden contribuir.
La solución, los gases refrigerantes naturales
En opinión de Carlos de Prada, “el modo de cortar este nudo gordiano de reiteradas sustituciones lamentables de unos gases fluorados por otros es recurrir al uso de gases naturales refrigerantes que ya han probado ser alternativas factibles, tal y como apuntan la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA) y diferentes entidades científicas”. Entre las alternativas se cuentan el amoniaco, hidrocarburos y dióxido de carbono.
Si no se hace, la situación empeorará. Las concentraciones de TFA han crecido espectacularmente incluso en los remotos hielos del Ártico canadiense, muy lejos de los lugares poblados desde donde pueden ser liberados los gases fluorados. Los datos revelan que hay ahora 10 veces más TFA en los núcleos de hielo que en 1987. Otro estudio realizado sobre arroyos de California y de Alaska muestra que las concentraciones aumentaron 6 veces de media entre 1998 y 2021.
La Agencia Alemana de Medio Ambiente, que considera esta sustancia como “peligrosa en el agua”, registró un aumento de TFA de entre 3 y 5 veces en el agua de lluvia entre 1997 y 2019. En un estudio, este contaminante representó más del 90% de la concentración total de PFAS en las muestras de agua analizadas. El gobierno danés informó por su parte que la sustancia estaba presente en 219 de los 247 pozos de agua subterránea analizados y en algunos suministros de agua potable de ese país. En cinco lagos urbanos en Beijing, China, se vio que en tan solo 10 años (entre 2002 y 2012) las concentraciones de TFA habían subido 17 veces. Ha sido detectado también en la nieve, sedimentos, suelos, lodos… a lo largo y ancho del mundo. Por otro lado, una investigación ha predicho que la sustitución total de refrigerantes como el HFC-134a por el HFO-1234yf podría provocar un aumento de hasta 33 veces en la presencia atmosférica de TFA y hasta 250 veces en los niveles de TFA en superficie en algunas regiones como Europa.
En las plantas, en el polvo y hasta en las personas
Los TFA del agua pueden ser absorbidos por las plantas concentrándose en ellas en concentraciones notables, de modo que pueden ser incorporados en la cadena alimentaria. El TFA ha sido encontrado generalizadamente en los árboles centroeuropeos, con un incremento de concentración de hasta 5 veces más entre principios de la década de 1990 y 2019. Ha sido detectado también en el polvo y agua potable de hogares y en los seres humanos, en países como Estados Unidos o China.
El director de Hogar sin tóxicos insiste en que “sería irresponsable e imperdonable contemplar impasibles como crece y crece la concentración de este contaminante persistente en nuestro medio ambiente sin actuar. Porque luego puede ser imposible eliminarlo del mismo y aún no sabemos las consecuencias que puede acabar teniendo”. La crisis climática no debe ser abordada sin reparar en otra gran crisis ambiental y sanitaria global originada por una contaminación química que ya ha sobre pasado los límites que el planeta puede soportar y que tiene precisamente una de sus mayores expresiones en los PFAS, unas sustancias que han originado precisamente uno de los mayores escándalos de contaminación en Europa. El TFA es, de hecho, el PFA más ampliamente detectado.
La normativa de gases fluorados ha venido centrándose hasta ahora en reducir el problema del calentamiento global al que estos gases pueden contribuir, pero desatendiendo otros aspectos como el de la contaminación del medio ambiente con sustancias persistentes (como sucede en relación a los famosos PFAS o "contaminantes para siempre".
Se da la circunstancia de que muchos gases fluorados son PFAS y deberían ser restringidos bajo el Reglamento REACH, una vez la Comisión Europea y los estados miembros adopten una decisión, probablemente a partir de 2025. Sobre la mesa está la propuesta que cinco países presentaron en la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA) sobre la restricción de los PFAS. Como subraya Carlos de Prada, “tanto la HFO-1234yf como el TFA son PFAS, y al igual que otras sustancias, deberían verse afectadas por la regulación. Pero los gases fluorados representan el 70% del mercado mundial de refrigerantes. Son un formidable negocio y la industria presiona para que queden fuera de la proyectada restricción de los PFAS, aunque haya alternativas más seguras”.