Sección: Plantas que curan Publicación: Revista nº 112
El Harpagofito y su poder analgésico y antiinflamatorio
No exageramos si decimos que el harpagofito es una de las plantas “clave” de la fitoterapia. Se utiliza principalmente como analgésico y como antiinflamatorio. Es originario del sur de África y es capaz de sobrevivir en los terrenos más áridos.
Aunque la primera vez que llegó a Europa fue en 1953 de la mano del botánico Otto H. Volk, no fue hasta la década de los 70 cuando empezó a crecer su demanda. “Entre 1965 y 1969 Alfred Vogel realizó numerosos viajes a los desiertos de Namibia y Kalahari para estudiar en profundidad el harpagofito junto con tribus primitivas de la zona”, explica Montse Parada, directora técnica de A.Vogel Bioforce España.
“Se trata de una planta herbácea perenne de porte postrado (es decir, que crece a ras del suelo), con hojas duras y flores en forma de embudo de hasta 7 cm de longitud, de un vistoso color que varía del rojo al púrpura en su zona distal, con la base amarilla. Es una de las plantas medicinales más utilizadas en fitoterapia por sus propiedades analgésicas y antiinflamatorias”, añade Parada.
Lo que más interesa de esta planta africana son las raíces secundarias sobre todo para fines medicinales, que pueden llegar a medir más de metro y medio. “Éstas se deben presentar secadas y fragmentadas en piezas circulares irregulares. El súber presenta un color marrón-rojizo, con arrugas longitudinales. La farmacopea británica exige, además, que la raíz se presente sin adulteraciones y otros requisitos en cuanto a forma, color, homogeneidad y textura. Al tratarse de una planta de difícil acceso, la recolección casi siempre se lleva a cabo por parte de personal especializado”, afirman desde Casa Pía.
Aplicaciones
Desde Casa Pía también explican que “la propiedad farmacológica más sobresaliente de esta planta es su actividad antiinflamatoria. Esta actividad, junto con la práctica ausencia de efectos secundarios (ya que tan solo presenta un cierto efecto laxante), hacen que esta planta sea un magnífico tratamiento alternativo a otros antiinflamatorios que cuentan con infinidad de efectos adversos”.
“Además, tiene acción analgésica, sedante, espasmolítica, diurética y antiateromatósica. Como antiinflamatorio resulta especialmente útil en el tratamiento de procesos reumáticos, ya se trate de artritis, artrosis, lumbago o procesos reumáticos crónicos de distinta etiología. También está indicado en hepatopatías y cierto tipo de desórdenes gastrointestinales. En cambio, en casos de traumatismo parece ser que su acción antiinflamatoria la desarrolla de manera más lenta, por lo cual está menos recomendada, si bien es cierto que, al carecer de efectos secundarios, se puede aumentar la dosis en la cantidad que se estime oportuna. Se utiliza para la cicatrización de heridas, descongestión de piel irritada y como apósito en esguinces y contusiones”, añaden.
Los expertos aconsejan que se tome en forma de cápsulas para evitar su sabor amargo. Aunque aseguran que también se puede tomar en polvo (a razón de 3 o 4 gramos al día) o en infusión. “Cuando se prepara la infusión se pue- de perder hasta un 25% de principios activos, además de que su sabor resulta ciertamente desagradable”, apuntan.
Analgésico por excelencia
“El harpagofito ayuda a combatir los dolores lumbares según una revisión de estudios, publicada en The Cochrane Database of Systematic Reviews, que asegura que un tratamiento a base de Harpagophytum procumbens reduce a corto plazo el dolor lumbar y la necesidad de emplear medicación de rescate. La EMA y la ESCOP también aprueban su uso para calmar desórdenes digestivos leves, como flatulencia y sensación de hinchazón; y para la falta temporal de apetito”, explica la directora técnica de A.Vogel Bioforce España.
De hecho, en el año 2007, Bioforce AG (A.Vogel) llevó a cabo un estudio con 259 pacientes, durante 8 semanas, para demostrar la eficacia, seguridad y tolerabilidad del extracto seco de raíz de harpagofito en el tratamiento de la artritis y los trastornos reumáticos. Y llegaron a las siguientes conclusiones: el 45% de los pacientes redujo la medicación sintética concomitante para el dolor reumático, y el 25% la suspendió. Se dio una reducción significativa del dolor y rigidez global. Hubo una reducción del consumo de fármacos antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) y una mejora de la calidad de vida.