Sección: Expertos
Publicación: Revista nº 126
“Estamos expuestos diariamente a compuestos que alteran funciones como la fertilidad, el peso o el tiroides y estimulan algunos cánceres”, Dr. Nicolás Olea
Cada día nos exponemos a múltiples compuestos químicos que son nocivos para el organismo y el medioambiente, como el bisfenol A, calificado como disruptor endocrino. En la actualidad, la gestión de los pesticidas y algunos compuestos del plástico en los alimentos es ineficiente y esto provoca efectos negativos sobre la salud
Cuando empezábamos a notar un aumento de la cultura zero waste (cero residuos) y a intentar bajar el consumo de plástico, llegó la pandemia provocada por el Covid-19, que nos obliga a utilizar mascarillas, test de antígenos y guantes de plástico.
Para entender la situación actual, tanto en materia medioambiental como de salud, hablamos con Nicolás Olea, doctor en Medicina y Cirugía por la Universidad de Granada, experto universitario en Epidemiología y especialista en líneas de investigación relativas a la salud y el medioambiente. El experto explica que “la Covid-19 frenó muchas de las acciones relacionadas con el abuso del plástico que ya estaban empezando a ejecutarse en 2019 desde la Comisión Europea, pero con la alarma sanitaria se contemplaron como no prioritarias”.
Las consecuencias de la pandemia sobre el medioambiente
“El miedo al contagio provocó, de nuevo, la utilización de productos de plástico de un solo uso, que se vio reflejado sobre todo en las mascarillas y en los envases utilizados de la comida para llevar”, sostiene el experto. Otro ejemplo claro se vio en “la exacerbación e incineración como método de eliminación de la basura en las plantas de tratamiento de residuos, ya que no se daba abasto para quemar el plástico que se empleaba durante el confinamiento porque todo estaba contaminado por el virus”, relata el doctor.
Las recomendaciones del Ministerio de Consumo señalan que las mascarillas quirúrgicas deberían cambiarse, tanto por higiene como por comodidad, cada cuatro horas. Lo que mucha gente desconoce es que estos artículos están elaborados, en la mayor parte de los casos, con polipropileno, que es el mismo material de un vaso de yogur, por ejemplo.
El problema que conlleva es que, además de ser un material plástico que puede tener consecuencias negativas en el organismo, “la gestión de las basuras está siendo pésima y esto afecta al medioambiente”, explica el experto. Y denuncia que “se decidió que las mascarillas debían tirarse en el contenedor gris, que es el de restos, lo que significa que todos estos materiales se queman o se trituran y se entierran, contaminando así el medioambiente, en lugar de gestionarlo adecuadamente como el resto del plástico”.
¿Cómo de expuestos estamos?
Podemos diferenciar los productos tóxicos en dos grandes grupos. El primero se refiere a aquellos compuestos químicos, como el furano, las dioxinas o los metales, que “se gestionan a través de una estricta regulación porque están marcados como carcinógenos y mutagénicos o como tóxicos para la reproducción, y están muy controlados, es decir, hay una perfecta conciencia de los riesgos que estos suponen”, asegura el doctor.
Sin embargo, el segundo grupo es el eje de preocupación de algunos expertos como Olea. “Se cree que los riesgos de muchos materiales, como los residuos de pesticidas en los alimentos, los componentes de los cosméticos o los compuestos del plástico en la alimentación, están controlados y la realidad es que la gestión está rodeada de enormes carencias y muchas veces no está bien regulada”, denuncia.
En este sentido, en palabras del médico, “una de las formas más llamativas de exposición a estos compuestos químicos es a través de su uso y abuso en el envasado alimentario”. A pesar de que la Unión Europea tiene un interés enorme en regular y controlar este aspecto, “lo cierto es que esta regulación va muy por detrás del conocimiento científico”, lamenta.
Por su parte, los plásticos que se depositan en el contenedor amarillo están divididos en siete grupos. La botella de agua, por ejemplo, pertenece al número uno (se puede ver un triángulo con su número en la base del producto), que se refiere a que el tipo de plástico con el que se ha elaborado el artículo es polietileno tereftalato, más conocido como PET; el número dos es polietileno de alta densidad; el tres, PVC; el cuatro es polietileno de baja densidad; el cinco polipropileno; el seis, poliestireno; y el siete está denominado como ‘otros’.
En la misma línea, Olea explica que los plásticos más preocupantes son los del grupo número 3 por contener ftalatos (PVC, material con el que se hacen las ventanas de una vivienda, la cortina de baño, la funda de la tabla de la plancha o los cables del ordenador); el número 6, porque se relaciona con el estireno, que es cancerígeno; y el séptimo grupo -denominado ‘otros’-, porque “en este grupo se encuentra el bisfenol A”. En otras palabras y para entenderlo mejor, se puede decir que “hay plásticos mejores y otros peores”, sentencia.
Los efectos nocivos del bisfenol A
El bisfenol A es una sustancia química industrial que se lleva utilizando desde los años 50 para fabricar ciertos plásticos como el policarbonato y resinas epoxi. Tradicionalmente, la ingesta de esta sustancia química en Europa ha estado limitada a cuatro microgramos diarios por cada kilo de peso de una persona, es decir, esta es la cantidad máxima de bisfenol A que puedes ingerir diariamente debido a los efectos que puede ocasionar en la salud una mayor exposición. “Si pesas 60 kilos debes multiplicar esta cifra por 4 y el resultado refleja que lo máximo que puedes ingerir, que son 240 microgramos diarios”, ejemplifica el experto.
Sin embargo, las investigaciones existentes sobre los efectos de este compuesto han hecho que la Autoridad de Seguridad Alimentaria Europea (EFSA) quiera disminuir todavía más su ingesta. De hecho, en Europa no hay antecedentes de una regulación tan repentina y estricta de un día para otro. “Ahora la cifra máxima de bisfenol A que podrá estar en tu comida será de 0,04 nanogramos, es decir, 100.000 veces menos que la actualmente estipulada”, concreta el doctor Olea.
Un ejemplo claro de restricción de la exposición es el caso de los biberones que se utilizaban hace unos años. En junio de 2011 entró en vigor la prohibición de la Unión Europea sobre el uso de los biberones tradicionales porque contenían bisfenol A. “Se inhabilitó de forma radical su uso porque se exponía a los niños en fase de crecimiento a esta sustancia tóxica”. Sobre este asunto, el experto reflexiona y se pregunta quién se hará cargo del daño que este tipo de tóxicos ha provocado y provocará en la población a largo plazo, ya que a día de hoy se desconocen las consecuencias exactas, aunque ya se prevén.
¿Qué efectos en la salud tienen estos compuestos?
El doctor Olea trabaja en proyectos de investigación que estudian las consecuencias que los compuestos químicos tienen en la salud de las personas. Los tres efectos fundamentales que puede provocar un compuesto químico en nuestra salud, y que generalmente están regulados, son tres: capacidad mutagénica (es decir, producir daño en el ADN), capacidad de producir afecciones en el feto y la posibilidad de producir diferentes tipos de cánceres. Sin embargo, el experto asegura que “hay otras actividades tóxicas que alteran las hormonas y el metabolismo y que actualmente no están reguladas adecuadamente, a pesar de que se llevan estudiando sus efectos más de 40 años”.
“Estudiamos cómo esos componentes nocivos, sin ser carcinogénicos ni mutagénicos ni teratogénicos, alteran las hormonas, y esto lo que conocemos como disrupción endocrina, como ocurre con el bisfenol A”, detalla el doctor Olea. En esta misma línea, el experto alerta de que algunos compuestos químicos, que además forman parte de nuestro ambiente cotidiano, “modifican los niveles de las hormonas del organismo y alteran funciones como la fertilidad, el cáncer hormonodependiente, el peso o la función tiroidea, entre otros”.
La disfunción tiroidea es en la actualidad una de las afecciones hormonales más comunes. Se estima que un 10% de la población española sufre algún problema relacionado con la tiroides. Olea valora que esta situación ha empeorado con los años y asegura que los disruptores endocrinos son, en parte, los responsables. “La quinta medicina con receta más vendida en España es la de la hormona tiroidea, justo detrás de los antidepresivos, y es porque ahora se diagnostica con mucha más frecuencia el hipotiroidismo”, asevera.
Y agrega: “La hipótesis que manejamos es que el aumento de los casos relacionados con la tiroides están provocados por algunos compuestos tóxicos y eso es lo que ahora queremos demostrar científicamente, aunque tardemos años”. Mientras llega el estudio final y la demostración definitiva, el experto aconseja a la población disminuir, en la medida de lo posible, la exposición a estas sustancias nocivas y señala cuatro consejos básicos:
- En el caso de la alimentación, consumir productos ecológicos, frescos, de temporada y de proximidad, y evita la comida rápida y para llevar. Solo con esto ya evitas la contaminación por pesticidas y conservantes y los derivados de los envases de plástico.
- Cuando adquieras productos cosméticos, elige una línea de consumo ecológico con artículos de producción segura y certificada.
- Evita lo más posible el plástico en cualquiera de sus aplicaciones utilizando contenedores de cristal. En caso de usarlo, no se debe calentar en el microondas, ni meter en el lavavajillas. Evita también las sartenes antiadherentes que contengan perfluorados.
- Los compuestos perfluorados, que son considerados también como obesogénicos, pueden encontrarse, sobre todo, en el papel y el cartón resistente al líquido e incluso se localizan en algunas tapicerías de sillones resistentes a manchas de casa.
- Evita la ropa sintética basada en el empleo de plásticos como el poliéster o con cualidades excepcionales como resistentes al fuego, antimanchas, repelente del agua o que no necesite planchado, entre otras.