Más allá de la micosis
Las micosis genitales afectan alrededor del 75% de las mujeres al menos una vez en su vida y a menudo se presentan de forma recurrente (1 de cada 3 casos)
El entorno vulvovaginal es un entorno cuyo equilibrio depende de muchos factores que incluyen:
- El pH que debe permanecer ácido
- Hidratación y trofismo de las mucosas necesarios para el crecimiento de una flora equilibrada con la consiguiente protección contra la irritación y la inflamación
- Una flora heterogénea compuesta de varias cepas bacterianas, fúngicas y virales
Esta flora fisiológica, llamada Flora de Döderlein, contiene en particular cepas de hongos, incluidas las famosas Candida albicans que se encuentra en el entorno vulvovaginal de manera fisiológica y representa una parte minoritaria de la flora total. Los reales protagonistas de facto son los Lactobacilos que dominan el ecosistema y mantienen las otras colonias de microorganismos en proporciones más modestas.
Una alteración de este equilibrio puede permitir que Candida albicans prolifique excesivamente, convirtiéndose en un verdadero patógeno responsable de una micosis o de una candidiasis vulvo vaginal.
Micosis, vaginosis, vaginitis: los matices
Si damos un paso atrás, parece apropiado aquí especificar que dentro de la gran terminología que caracteriza los trastornos íntimos, existen diferencias claras que merecen la pena de ser entendidas e identificadas como por ejemplo:
- Micosis (hongos como Candida albicans).
- Infección bacteriana (vaginosis).
- Inflamación de las mucosas (vaginitis).
La única forma de determinar la naturaleza del problema es a través de un exudado vaginal (rápido, seguro e indoloro) que nos mostrará una imagen completa del entorno vulvo vaginal y sus posibles desequilibrios. Con esta imagen, posteriormente podríamos determinar el mejor plan de ataque.
A menudo, sin embargo, la necesidad de encontrar una "solución" rápida a las molestias o el hábito erróneo del autodiagnóstico, llevan a querer saltarnos este paso recurriendo a atajos peligrosos, incluido el uso de antifúngicos.
En su lugar, es importante destacar aquí la importancia de esta prueba y recordar los posibles caminos a seguir mientras se esperan los resultados:
- Actuar sobre los síntomas dolorosos (quemazón, hormigueo, etc.) calmando la inflamación con una crema natural hidratante, calmante y emoliente con D-Manosa, ácido hialurónico y Lactoferrina (para inhibir paralelamente el crecimiento de este hongo) combinada con un suplementación oral de Quercetina.
- Apoyar los lactobacilos con el uso local y oral de probióticos.
- Fortalecer el sistema inmunológico fisiológico a través del uso de un inmunoestimulante.
Cuando un problema “simple” se vuelve recurrente
Las micosis genitales afectan alrededor del 75% de las mujeres al menos una vez en su vida y a menudo se presentan de forma recurrente (1 de cada 3 casos).
Los factores de riesgo de recidiva incluyen:
- La negligencia del enfoque que casi siempre se basa en un diagnóstico sintomático (sin exudado vaginal), una terapia de dosis única prescrita a ciegas o, muy comúnmente, la automedicación con administración repetida de antifúngicos (es decir, fármacos).
- El papel de la pareja sexual y su posible contaminación.
- El uso repetido de terapia antibiótica (por ejemplo, en casos de cistitis asociada a micosis).
- La menopausia.
- Anticonceptivos inadecuados.
- Disbiosis intestinal.
- Resistencia de la cepa fúngica a las terapias estándar (más frecuente de lo que se cree).
ANTIFÚNGICOS: ¿son realmente el único camino a seguir?
El uso de óvulos y cremas, a base de moléculas con nombres que a menudo acaban en 'zol', es muy común hoy en día, ya que se venden sin receta médica.
Recurrir a estas terapias locales es muy habitual para muchas mujeres, que las utilizan ante la más mínima molestia vaginal o incluso como prevención cuando toman antibióticos ('para evitar la micosis acompañante').
Lo que no se suele mencionar es que los tratamientos antifúngicos (locales y orales) pueden tener efectos secundarios graves:
1) Su acción fungicida mata las levaduras y otras cepas fúngicas de la flora que, en ausencia de micosis (síntomas típicos de vaginitis pero con un número de colonias fúngicas no realmente excesivo), tendrá un efecto devastador en el equilibrio de la flora vulvovaginal (e intestinal si hablamos de ingesta oral).
2) Su uso repetido, a diferencia de los óvulos y las cremas, puede tener una acción irritante muy fuerte sobre las mucosas, lo que provoca un agravamiento de la vaginitis y una cronificación de los procesos inflamatorios locales.
Se establece así un círculo vicioso: vaginitis (ardor, picor, enrojecimiento, etc.) que se interpreta como una micosis -> ausencia de exudado vaginal ->; tratamiento antifúngico -> disbiosis y empeoramiento de la vaginitis, etc.).
La recomendación aquí es prestar atención al uso de estos fármacos y especialmente en el caso de automedicación y en ausencia de exudado vaginal para evitar situaciones más complejas como neuropatías vulvares por ejemplo, vulvodinia o vestibulitis.
¿QUÉ PODEMOS HACER ENTONCES?
En caso de recurrencia, es esencial investigar primero las causas, los factores predisponentes y precipitantes de los episodios agudos para poder definir una estrategia personalizada que abarque tanto el tratamiento de los episodios agudos como los factores subyacentes responsables.
Mientras tanto, se sugiere:
- Evitar la irritación local (ropa interior sintética, compresas, ropa ajustada, determinados deportes, etc.).
- Apoyar y reforzar la flora fisiológica mediante complementos orales y la aplicación de probióticos locales.
- Inhibir de forma natural el crecimiento de Candida albicans gracias a principios activos como la Lactoferrina.
- Reforzar el sistema inmunitario.
- Disgregar los biofilms y/o inhibir la formación de microorganismos que favorecen la reaparición del problema.
- Calmar las mucosas y facilitar su vuelta al trofismo, la elasticidad y el confort fisiológico.
Equipo científico Deakos España