Sección: Nutricion Publicación: Revista nº 129
España, segundo país de Europa en superficie y producción ecológica
Este método, que tiene como objetivo obtener alimentos utilizando sustancias y procesos naturales, crece en el mundo gracias a la concienciación de los consumidores. Ofrece más valor y mejor remuneración a los productores, preserva el medio ambiente y protege la salud
La producción ecológica, también llamada biológica u orgánica, es un sistema de gestión y producción agroalimentaria que combina las mejores prácticas ambientales, con un elevado nivel de biodiversidad, la preservación de los recursos naturales y la aplicación de las normas exigidas sobre bienestar animal. El objetivo perseguido es conseguir una producción acorde a las necesidades y preferencias de algunos consumidores que quieren productos obtenidos a partir de sustancias y procesos naturales.
La Asociación Española de Agricultura Ecológica (SEAE), basándose en el último informe sobre la Producción Ecológica, publicado por del FiBL (Research Institute of Organic Agriculture) e IFOAM-Organics International (organización mundial para el movimiento de agricultura ecológica) constata que las ventas globales de alimentos y bebidas ecológicas alcanzaron una cifra récord con más de 120 mil millones de euros en 2020.
En España, la producción ecológica se encuentra regulada desde 1989. De los datos de este último informe, se desprende que el 10% de la superficie agraria en España ya es ecológica y supera los 2,4 millones de hectáreas. De hecho, es el segundo país europeo en superficie después de Francia. En el ranking mundial, España ocupa el sexto puesto.
Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el 45% de la superficie ecológica española se halla en Andalucía, con más de un millón de hectáreas, seguida por Castilla-La Mancha, que cuenta con algo más del 17% de la extensión total y 422.864 hectáreas; y por Cataluña, con el 10,5% del total estatal y casi 257.000 hectáreas.
Actualmente, son muchos los países que tienen sus propias legislaciones exclusivas sobre la materia, aunque las que han alcanzado una mayor influencia a nivel mundial son la de la Unión Europea y la de Estados Unidos. Otros organismos internacionales, como IFOAM o el Comité del Codex Alimentarius, dependiente de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) han intervenido en estas regulaciones. Todos los productos ecológicos europeos están sometidos a un sistema de control oficial regulado que se identifica como Programa Nacional de Control Oficial de la Producción Ecológica, y está englobado en el Plan Nacional de Control Oficial de la Cadena Alimentaria (2021-2025).
La agenda 2030 de la UE ha fijado en el Pacto Verde Europeo, que se destine el 25% de las tierras agrícolas a la producción ecológica, en línea también con la agenda de transformación ecológica del Gobierno español. El presidente de la Asociación Profesional Española de la Producción Ecológica (Ecovalia), Álvaro Barrera, afirma: “El sector se encuentra en pleno crecimiento pero a pesar de que los datos son positivos, para llegar al objetivo marcado por Europa se hace necesaria una apuesta de las administraciones -a todos los niveles- por la producción ecológica, un sistema que está en el centro de la mesa de las políticas europeas en ese horizonte 2030. Y hace falta una apuesta de forma decidida para incrementar el consumo de este tipo de productos. El objetivo de Ecovalia es que en 2030 nos situemos en los niveles de nuestro entorno europeo, unos 7.000 millones de euros más o, lo que es lo mismo, llegar al 10% en consumo y al 25% de las tierras”.
Beneficios de la producción ecológica
La agricultura orgánica produce alimentos nutritivos de alta calidad que promueven el cuidado de la salud y del bienestar de todos los participantes en el proceso. Este sistema de explotación agraria aporta muchas ventajas a la salud de las personas, a la conservación del medioambiente y a la del planeta.
Desde IFOAM se promueven sistemas de producción de alimentos verdaderamente sostenibles mediante el consumo de la agricultura ecológica, basada en cuatro principios fundamentales: ecología, salud, equidad y precaución. Los expertos de la organización internacional sin ánimo de lucro aseguran que los beneficios son incontables y promulgan que el rol de la agricultura orgánica, ya sea en la producción, transformación, distribución o consumo, es mantener y mejorar la salud de los ecosistemas y organismos, desde el más pequeño en el suelo, hasta los seres humanos.
El presidente de Ecovalia afirma: “La producción ecológica tiene múltiples beneficios. Siempre la vemos en el ámbito medioambiental, de la salud o englobada en agricultura, pero la producción ecológica es transversal. Da beneficios a la economía porque tenemos un valor añadido; aporta beneficios a la salud porque proporciona salud a las personas y supone beneficios para el medio ambiente porque estamos capturando más CO2. Además, también hablamos de vertebración del territorio y territorio rural. Y también de trabajo, con un 30% más de empleos”, añade.
“A fecha de hoy tenemos datos procedentes de investigaciones científicas que nos indican que los alimentos ecológicos son seguros, porque no exponen a los consumidores a residuos de plaguicidas sintéticos. La exposición a antibióticos, microorganismos, nitratos, metales pesados u organismos genéticamente modificados (OGM) es escasa o nula. Además, desde el punto de vista nutricional, las concentraciones de los nutrientes en los alimentos ecológicos se ajustan a los niveles estándar de composición y en algunos parámetros se superan significativamente, presentando mayores contenidos en vitamina C, antioxidantes totales, minerales y ácidos grasos omega 3 (ω3) y omega 6 (ω6)”, asegura, por su parte la vicepresidente de SEAE, María Dolores Raigón.
Venta y distribución
En el mercado podemos encontrar productos etiquetados como eco, bio y orgánico. Todas estas acepciones significan lo mismo. Lo que tiene que garantizar el etiquetado es que cumple con las leyes vigentes. Así, según Reglamento (UE) 2018/848X, deben aparecer: las palabras ecológico, orgánico, o biológico o sus abreviaturas, el logotipo de la UE (la ecohoja verde) y el código numérico de la entidad de control y la propia marca del producto.
“Los consumidores no tienen clara una definición exacta de lo que son este tipo de productos”. A su juicio, es por esta razón que “son tan importantes las campañas de comunicación a nivel nacional”. En este sentido, cita la última lanzada por el Ministerio. Además, Ecovalia está definiendo una campaña de promoción ambiciosa para el periodo 2023-24”, detalla Álvaro Barrera.
En torno a esta cuestión, para la vicepresidenta de SEAE, “es necesario establecer una mejor regulación para la producción y elaboración ecológica, con el fin de proteger el sector y evitar los abusos y fraudes al consumidor. La producción ecológica (agricultura, ganadería y transformación) se encuentra regulada por la UE, y los consumidores ya reconocemos el producto por la ecohoja (logotipo que se identifica con el sistema de producción). Cuando un alimento se comercializa con esta etiqueta significa que los productores y elaboradores han respetado las normas del programa europeo de producción orgánica”, agrega.
En el informe del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación se constata la tendencia del crecimiento medio anual de la producción ecológica en los últimos 5 años ha sido del 6% en agricultores, 11% en industrias y 20% en comercializadores de productos ecológicos. El número total de establecimientos industriales eco registrados asciende a 10.395. Además, se detecta un aumento en el número de operadores del 6,3 %, llegando a 50.047.
En cuanto a la venta y distribución de estos productos, desde Ecovalia aseguran que el canal minorista ha notado una tendencia a la baja tras el COVID, desplazándose ese consumo a la tienda online. Aunque no pueden precisar los datos de venta específicos en los herbolarios, pueden afirmar el de las tiendas minoristas que lo sitúan en un 30-32 % del total de las ventas.
Algunas grandes empresas españolas que han sido pioneras del sector han sido adquiridas por otras grandes empresas. Para Aina Calafat, coordinadora del área internacional y de incidencia de SEAE, “esto siempre es negativo, para consumidores, productoras y toda la cadena del mercado, porque estamos concentrando la comercialización y el poder sobre la cadena alimentaria en pocas manos. Esto -aclara- está sucediendo tanto en convencional como en ecológico y es precisamente por lo que necesitamos un mayor apoyo público y mayor apoyo desde la sociedad y las consumidoras para las pequeñas empresas. Si el consumidor apostara por las pequeñas producciones, ecológicas y de proximidad, esto no estaría sucediendo. Hay que ser coherentes y apostar por el producto ecológico y comercializado de forma justa”, invita.
Retos: desarrollo rural sostenible
El desarrollo rural se entiende como un proceso de transformación que busca el cambio social y el crecimiento económico sostenibles que permitan un progreso permanente de la comunidad rural. El objetivo final es mejorar la calidad de vida de estas sociedades rurales, reducir la brecha rural-ciudad, evitar la migración masiva (la España vaciada) y conservar el medio ambiente. El Programa de Desarrollo Rural Sostenible (PDRS) es el instrumento sobre el que se lleva a la práctica la política rural española. En él se definen la estrategia y los objetivos de desarrollo rural, las zonas rurales donde se aplicará, las medidas de desarrollo rural que se pondrán en marcha, el marco de actuación de cada Administración Pública y el sistema para evaluar el cumplimiento de los objetivos planteados.
Aina Calafat Rogers, cree que estas políticas actuales son insuficientes: “No hay suficiente inversión para impulsar un cambio, ni una transición agroalimentaria justa, saludable y ecológica (que en ese caso sí sería sostenible) porque están ahí las presiones de los lobbies de la agroindustria. La verdad es que si queremos repoblar las zonas despobladas y reequilibrar la cadena agroalimentaria y que otra vez los oficios vinculados a la producción agroalimentaria vuelvan a ser económicamente viables, pues necesitamos ese cambio: reequilibrar los privilegios y la financiación”.