La obesidad, factor de riesgo en la pandemia de COVID-19
La obesidad es un proceso de inflamación crónica de bajo grado cuya cronicidad incide negativamente en la funcionalidad del sistema inmunitario
Existe ya evidencia científica sobre determinados factores que afectan el riesgo de infección por COVID-19, como son el sexo, la geografía y la obesidad. Por este motivo, desde la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), insisten en la importancia de prevenir la obesidad y para hacer frente a la pandemia provocada por la COVID-19.
Según explica Ascensión Marcos, presidenta de la FESNAD y responsable del Grupo de investigación en Inmunonutrición del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en la COVID-19 se desarrolla un proceso inflamatorio de características muy amplias, que no solo ataca el sistema respiratorio, sino que impacta a nivel dermatológico, renal, cardiovascular, digestivo e intestinal, con consecuencias incluso en el cerebro en algunos casos, desarrollando así un desorden multiorgánico.
La obesidad puede ser el detonador de otras patologías como el síndrome metabólico, la diabetes tipo 2, hipertensión o enfermedades autoinmunes. Sin embargo, para la presidenta de la FESNAD e investigadora del grupo de Inmunonutrición del CSIC, la Dra. Ascensión Marcos “parece que no se insiste lo suficiente en el gran riesgo que tienen los sujetos obesos ante las infecciones y las alergias con una repercusión de mayor intensidad y gravedad que en individuos con normopeso, y así, nuestro sistema inmunitario no funciona adecuadamente”.
En estas condiciones, “las células inmunocompetentes están ´entretenidas´ en tratar de mitigar procesos inflamatorios, mientras que el virus sigue atacando el organismo y agravando los procesos inflamatorios que ya existían previamente a la infección. No es extraño, por tanto, que si reflexionamos sobre la actuación de la COVID-19, reconoceremos que nos está produciendo consecuencias muy similares al exceso de tejido adiposo en el organismo”, añade la presidenta de la FESNAD.
La experta recuerda que la obesidad, por si misma, es un proceso de inflamación crónica de bajo grado. “Sin embargo, continúa, su cronicidad incide negativamente en la funcionalidad del sistema inmunitario y cuanto más se prolonga en el tiempo, más perjudicial resulta. Así que no queda más remedio que prevenir la obesidad para prevenir la infección del virus, y evitar así sus dramáticas consecuencias”.
Las cifras de prevalencia de obesidad están aumentando de manera alarmante en todo el mundo de forma que al menos unos 2 billones de personas tienen sobrepeso, y un tercio de ellas obesidad.
“Dado que no podemos actuar sobre la edad, el sexo y el lugar donde nos ha tocado vivir -asegura la Dra. Marcos-, necesitaremos controlar lo antes posible el sobrepeso y la obesidad, con el fin de que los enfermos de COVID-19 no vuelvan a colapsar las unidades de cuidados intensivos y los hospitales”.
¿Cómo podemos controlar el peso?
Basta con seguir una dieta variada, adecuada y equilibrada; practicar una actividad física, ahora que ya es posible salir a la calle, o hacer algún ejercicio diario y dormir bien.
Respecto a la dieta, la experta de la FESNAD aconseja ingerir todos los días verduras, hortalizas y fruta (5 raciones en total), además de cereales y lácteos (sobre todo yogures y leches fermentadas), legumbres de 3-5 raciones a la semana, pescado (3 veces a la semana), carne blanca (2-3 veces a la semana), carne roja (1 vez a la semana, pero no obligatorio).
Siempre se aconseja cocinar los alimentos de forma saludable, evitando las frituras y no dejar de alimentarse en tres momentos claves: desayuno, comida y cena. Entre medias se puede tomar una pequeña comida ligera a media mañana y/o a media tarde.
Además, se debe beber diariamente, al menos entre 6 y 8 vasos de agua (alguno se puede sustituir por zumo natural de fruta, leche, infusión o un plato de caldo o sopa).
En este sentido, la FESNAD ha llevado a cabo unas recomendaciones para llevar a cabo a diario (https://www.fesnad.org/index.php?seccion=dinamico&subSeccion=noticia&idN=221),
Además de una dieta adecuada, es fundamental realizar alguna actividad física y dormir las horas necesarias. Se debe evitar estar tumbado en la cama o pasar mucho tiempo sentado. En este sentido, la recomendación es levantarse cada hora u hora y media. Y respecto al sueño, lo ideal es dormir entre 7 y 8 horas y vigilar que el tiempo de sueño sea de gran calidad.
Ascensión Marcos incluye también el control del estrés y añade que “las situaciones de estrés pueden causar que nos alimentemos de forma incontrolada, incluso produciendo obesidad por atracón, patología que aparece cada vez con mayor frecuencia”.
Los mayores, los más vulnerables
Mención aparte merecen las personas mayores que representan la población con mayor riesgo, indica la presidenta de la FESNAD. “Para los mayores, con un sistema inmunitario deficitario, la International Society for Immunonutrition (ISIN) ha comunicado sus recomendaciones para potenciar el sistema de defensa mediante la suplementación de ciertos micronutrientes, en particular, zinc (30 mg - 220 mg/día), vitamina E (134 mg - 800 mg/día), vitamina C (200 mg - 2 g/día) y especialmente, para aquellos que presentan bajos los niveles de vitamina D, se recomienda una ingesta de 10 μg - 100 μg/día.
En resumen, se trata de vigilar el peso. “Por ello, si antes era importante controlarlo, en la situación actual llega a ser algo vital. Es fundamental, y no para seguir estereotipos de moda, sino simplemente y mucho más importante, para la salud”, concluye Ascensión Marcos.